miércoles, 16 de julio de 2014

¿ Voy al cielo porque soy bueno ?



“Básicamente soy una buena persona, tanto que iré al cielo.” “Bueno, hago algunas cosas malas, pero hago más cosas buenas, así que iré al cielo.” “Dios no va a enviarme al infierno solamente porque no vivo pegado a la Biblia. ¡Los tiempos han cambiado!” “Solamente la gente verdaderamente mala, como los que abusan sexualmente de niños, y los asesinos van al infierno.”
Todos estos son conceptos comunes entre la mayoría de la gente, pero la verdad es que todos estos son mentiras. Satanás, el gobernador del mundo, fabrica estos pensamientos en nuestras cabezas. Él, y cualquiera que sigue sus caminos, es un enemigo de Dios (1 Pedro 5:8). Satanás siempre se disfraza de bueno (2 Corintios 11:14), pero él tiene control sobre todas las mentes que no pertenecen a Dios. “Satanás, el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Es una mentira creer que Dios no tiene cuidado de los pecados pequeños, y que el infierno está reservado sólo para la “gente mala.” Todo pecado nos aparta de Dios, aún una “pequeña mentirita blanquita.” Todos hemos pecado, y ninguno es lo suficientemente bueno como para ir al cielo por sí mismo (Romanos 3:23). Entrar al cielo no se basa en que lo bueno pesa sobre lo malo; todos vamos a perder si ese es el caso. “Y si son salvos por el favor de Dios, entonces no es por sus buenas obras. En ese caso, el maravilloso favor de Dios no sería lo que es en realidad – gratuito e inmerecido” (Romanos 11:6). No podemos hacer nada bueno para ganar nuestro camino al cielo (Tito 3:5).
“Entrad al reino de Dios por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7:13). Aún si cada uno vive una vida de pecado, y confiar en Dios no es popular, Dios no va a disculparlo. “Solía vivir justamente como el resto del mundo, lleno de pecado, obedeciendo a Satanás, el príncipe de la potestad del aire. El es el espíritu que ahora obra en los corazones de aquellos que rehúsan obedecer a Dios” (Efesios 2:2).
Cuando Dios creó el mundo, era perfecto. Todo era bueno. Entonces creó a Adán y Eva, y les dio libre albedrío, de manera que pudieran escoger seguir y obedecer a Dios o no. Pero Adán y Eva, los primeros seres que Dios creó, fueron tentados por Satanás para desobedecer a Dios, y pecaron. Esto los separó (y a todo el que vino después de ellos, incluyéndonos a nosotros) de estar en capacidad de tener una relación cercana con Dios. El es perfecto y no puede estar entre el pecado. Como pecadores, no podríamos hacerlo por nosotros mismos. De manera que, Dios hizo un camino para que pudiéramos estar unidos con El en el cielo. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Jesús nació para enseñarnos el camino, para morir por nuestros pecados, y de esta manera poder ser liberados. Tres días después de Su muerte, se levantó de la tumba (Romanos 4:25), probando Su victoria sobre la muerte. El llenó el vacío entre Dios y el hombre, a fin de que podamos tener una relación personal con El si solamente creemos.
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” (Juan 17:3). La mayoría de la gente cree en Dios, aún Satanás cree. Pero para recibir la salvación, debemos volvernos a Dios, formar una relación personal, apartarnos de nuestros pecados y seguirle. Debemos confiar en Jesús con todo lo que tenemos y todo lo que hacemos. “Se ha manifestado la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para que quite nuestros pecados. Y todos podemos ser salvos de esta manera, sin importar quienes somos o qué hayamos hecho” (Romanos 3:22). La Biblia enseña que no hay otro camino para la salvación sino a través de Cristo. En Juan 14:6 Jesús dice, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Jesús es el único camino de salvación porque es el único que puede pagar nuestra penalidad por el pecado (Romanos 6:23). Ninguna otra religión enseña la gravedad o seriedad del pecado y sus consecuencias. Ninguna otra religión ofrece el pago infinito del pecado que solamente Jesucristo puede proveer. Ningún otro “fundador religioso” fue Dios que se hizo hombre (Juan 1:1,14) – la única manera en que una deuda infinita pudo ser pagada. Jesús tenía que ser Dios, a fin de que pudiera pagar nuestra deuda. Jesús tenía que ser hombre para que pudiera morir. ¡La salvación está disponible solamente a través de la fe en Jesucristo! “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

martes, 8 de julio de 2014

¿ Que significa que Jesús sea el cordero de Dios ?




Cuando Jesús es llamado el Cordero de Dios en Juan 1:29 y Juan 1:36, es en referencia a que Él es el perfecto y último sacrificio por el pecado. Para poder entender quién es Cristo y lo que Él hizo, debemos comenzar con el Antiguo Testamento, el cual contiene profecías concernientes a la venida de Cristo como una “ofrenda por el pecado” (Isaías 53:10). De hecho, todo el sistema sacrificial establecido por Dios en el Antiguo Testamento sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de Su pueblo (Romanos 8:3; Hebreos 10).
El sacrificio de corderos jugaba un papel muy importante en la vida religiosa judía y su sistema sacrificial. Cuando Juan el Bautista se refirió a Jesús como “El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29), los judíos que lo oyeron pudieron haber pensado inmediatamente en cualquiera de los muchos sacrificios importantes. Habiendo celebrado hasta entonces la fiesta de la Pascua cada año, el primer pensamiento pudo haber sido el sacrificio del Cordero de la Pascua. La fiesta de la Pascua era una de las principales fiestas judías y una celebración en recuerdo de cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. De hecho, el matar al Cordero de la Pascua y aplicar su sangre en los postes de las puertas de las casas, para lograr que el ángel de la muerte pasara de largo ante aquella gente “cubierta por la sangre” (Éxodo 12:11-13) es un hermoso cuadro de la obra expiatoria de Cristo en la cruz.
Otro importante sacrificio que incluía corderos eran los sacrificios diarios en el Templo de Jerusalén. Cada mañana y tarde en el Templo, era sacrificado un cordero, por los pecados del pueblo (Éxodo 29:38-42) Estos diarios sacrificios, como todos los demás, eran simplemente para señalar a la gente el futuro y perfecto sacrificio de Cristo en la cruz. A propósito, la hora de la muerte de Jesús en la cruz, corresponde a la misma hora cuando se llevaba a cabo el sacrificio de la tarde en el Templo. Los judíos de ese tiempo, también estarían familiarizados con los profetas Jeremías e Isaías del Antiguo Testamento, cuyas profecías anticipaban la venida de Aquel que sería traído “.. como cordero inocente que llevan a degollar..” (Jeremías 11:19; Isaías 53:7) y cuyos sufrimientos y sacrificio proveería la redención para Israel. Desde luego, esa Persona que fue anunciada por los profetas del Antiguo Testamento no era otro que Jesucristo, “el Cordero de Dios”.
Mientras que la idea de un sistema sacrificial puede parecernos extraño en nuestros días, el concepto del pago o restitución es uno que podemos entender fácilmente. Sabemos que la paga por el pecado es la muerte (Romanos 6:23) y que nuestro pecado nos separa de Dios. También sabemos que la Biblia enseña que todos somos pecadores, que ninguno de nosotros es justo delante de Dios (Romanos 3:23). A causa de nuestro pecado, estamos separados de Dios, y somos culpables ante Él; sin embargo, la única esperanza que podríamos tener es que Él nos proveyera un medio para reconciliarnos con Él, y por esa razón Él envió a Su Hijo Jesucristo a morir en la cruz. Cristo murió para hacer expiación por el pecado y pagar el castigo por los pecados de todos los que creemos en Él.
Es a través de Su muerte en la cruz, como el perfecto sacrificio de Dios por el pecado y Su resurrección tres días después, que ahora podemos tener vida eterna si creemos en Él. El hecho de que Dios mismo hubiera provisto la ofrenda para la expiación o pago por nuestro pecado, es parte de las gloriosas buenas nuevas del Evangelio, como lo está tan claramente expuesto en 1 Pedro 1:18-21 “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor a vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.”

jueves, 3 de julio de 2014

¿ que dice la biblia acerca de consumir alcohol ?





Varios versículos animan a la gente a mantenerse alejados del alcohol (Levítico 10:9; Números 6:3; Deuteronomio 14:26; 29:6; Jueces 13:4, 7, 14; 1ª Samuel 1:15; Proverbios 20:1; 31:4,6; Isaías 5:11, 22; 24:9; 28:7; 29:9; 56:12; Miqueas 2:11; Lucas 1:15). Sin embargo, la Escritura no necesariamente prohíbe a un cristiano beber cerveza, vino, o cualquier otra bebida que contenga alcohol. Los cristianos están llamados a evitar la embriaguez (Efesios 5:18). La Biblia condena la embriaguez y sus efectos (Proverbios 23:29-35). Los cristianos no deben permitir que sus cuerpos sean “dominados” por cualquier cosa (1ª Corintios 6:12; 2ª Pedro 2:19). La Escritura también prohíbe a un cristiano hacer lo que quiera que pudiera ofender a otros cristianos, o a hacer cualquier cosa que pudiera animarlos a pecar contra su conciencia (1ª Corintios 8:9-13). A la luz de estos principios, sería extremadamente difícil para cualquier cristiano decir que está bebiendo alcohol para la gloria de Dios (1ª Corintios 10:31).
Jesús convirtió el agua en vino, probablemente bebía vino de vez en cuando (Juan 2:1-11; Mateo 26:29). En los tiempos del Nuevo Testamento, el agua no era muy limpia. Sin los esfuerzos de la instalación sanitaria moderna, el agua estaba llena de bacterias, virus, y todo tipo de contaminantes. Esta misma realidad se da hoy en día, en la mayoría de los países del tercer mundo.
Como resultado, la gente a menudo tomaba vino (o jugo de uva) porque era menos probable que estuviera contaminado. En 1ª Timoteo 5:23, Pablo daba a Timoteo instrucciones para que dejara de tomar agua (la cual probablemente era la causa de sus problemas estomacales), y que en su lugar bebiera vino. La palabra griega para vino en la Biblia, es la palabra más básica cotidiana. En esos días, el vino era fermentado, pero no al grado en que lo es hoy. Es incorrecto decir que era jugo de uva, pero también es incorrecto decir que era el mismo vino que se usa hoy en día.
Nuevamente, la Escritura no necesariamente prohíbe a los cristianos beber cerveza, vino o cualquier otra bebida que contenga alcohol. El alcohol no está, de por sí, contaminado por el pecado. Un cristiano más bien debería abstenerse en absoluto de la embriaguez y de la adicción al alcohol (Efesios 5:18; 1ª Corintios 6:12). La Biblia contiene principios, sin embargo se hace extremadamente difícil sostener que un cristiano que bebe alcohol, cualquiera sea la cantidad, agrade a Dios

miércoles, 2 de julio de 2014

¿ Dios aun nos habla ?




La Biblia registra a Dios hablando audiblemente a gente de muchas épocas (Éxodo 3:14; Josué 1:1; Jueces 6:18; 1 Samuel 3:11; 2 Samuel 2:1; Job 40:1; Isaías 7:3; Jeremías 1:7; Hechos 8:26; 9:15 – es solo un pequeño ejemplo). No hay una razón bíblica por la que Dios no pudiera hablar a una persona audiblemente en la actualidad. Con todo, los cientos de veces que la Biblia registra a Dios hablando, debemos recordar que ocurrieron a lo largo de 4000 años de la historia humana. La voz audible de Dios es una excepción, no una regla. Aún en los registros bíblicos de situaciones en las que Dios habla, no siempre está claro si se trata de una voz audible, una voz interior o una impresión mental.
Dios habla a la gente en la actualidad. Primero, Dios nos habla a través de Su Palabra (2 Timoteo 3:16-17). Isaías 55:11 nos dice, “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” La Biblia registra las palabras de Dios para nosotros en todo lo que necesitamos saber para ser salvos y vivir la vida cristiana. 2 Pedro 1:3-4 declara, “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por Su divino poder, mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó a Su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.”
En segundo lugar, Dios habla a través de impresiones, eventos y pensamientos. Dios nos ayuda a discernir entre el bien y el mal a través de nuestras conciencias (1 Timoteo 1:5; 1 Pedro 3:16) Dios está en el proceso de adaptar nuestras mentes a Sus pensamientos (Romanos 12:2). Dios permite que ocurran eventos en nuestras vidas para dirigirnos, cambiarnos, y ayudarnos a crecer espiritualmente (Santiago 1:2-5; Hebreos 12:5.11). 1 Pedro 1:6-7 nos recuerda, “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, – el cual aunque perecedero se prueba con fuego,- sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.”
Finalmente, si, parece que algunas veces Dios habla audiblemente a la gente. Resulta altamente improbable que esto ocurra con tanta frecuencia como algunas personas declaran. De nuevo, aún en la Biblia, el que Dios hablara audiblemente era una excepción y no algo ordinario. Si alguien clama que Dios le ha hablado a él/ella, siempre compara lo que dicen con lo que la Biblia dice. Dios no se contradice a Sí mismo. 2 Timoteo 3:16-17 proclama; “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”